La muchacha pelirrubia
espera bajo la lluvia
con su piloto amarillo
y su paraguas retinto.
En la noche nada escúchase,
ni el más levísimo
ruido.
De pronto aparece un
hombre,
por las trazas,
compadrito.
Ella lo mira, serena,
él se acerca, tranquilino.
Ahora ella se aproxima
y lo embroca de hito en
hito.
En la noche tormentosa
surge el filo de un
cuchillo.
Un cuerpo doblado en dos
en la vereda reposa.
El agua lleva la sangre
corriendo entre las
baldosas.
Alguien va bajo la
lluvia,
ensangrentadas las
manos,
¡una joven pelirrubia
que se aleja sollozando!