Es una piba decente
la renombrada Mireya,
(y no se piensen que es ella
la del famoso gotán);
sino porque son sus ojos
de una belleza
exquisita,
una cosa jamás vista
y muy digna de mirar.
Su macho es un
compadrito
que jamás trató a
mujeres,
y por eso pienso a veces
que será ciego el amor.
La piba está encamotada
de semejante malevo
que nunca contempló el
cielo
siquiera pa’ ver el sol.
En asunto de quereres
no sé quién lo rige
todo,
pero, ¡la pucha, si
lloro
viendo a la piba reír!
¡Quién lo hubiera
imaginado,
tan extraña situación
sólo cabe en la noción
de quien no tiene magín!
Pobrecita la Mireya ,
viviendo así, enamorada,
de alguien que no vale
nada,
ni siquiera un patacón.
Yo no concibo la idea
de que el malevo la ame,
pero para qué quejarse
¡si a eso le llaman amor!
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