Por un loco berretín
te alejaste de mi vida
y hoy volvés arrepentida
en procura de mi amor.
Pero lo que no sabés
es que el filo de tu ausencia
cortó sin asco la rienda
que me sujetaba a vos.
Cómo pudiste creer
que siempre te esperaría,
¿no sabés que el alma mía
vive sólo para amar?
Y ahora me venís vos
pretendiendo todavía,
lo más pancha y atrevida,
que te sepa perdonar.
Cuántas noches por tu ausencia
vertí llanto y desconsuelo,
igual que un perro sin dueño
que aúlla en la oscuridad.
Cuánto sufrimiento tuve
que aguantar calladamente
ante el gesto de la gente
que no entendía mi mal.
¡Y ahora me venís vos
pretendiendo todavía,
lo más pancha y atrevida,
que te sepa perdonar!
