Demente
persigo tu voz, organito,
para
escuchar esos tango que una vez
fueron
el hechizo de mis tristes sueños
causados
por ella, la que se me fue.
Quiero
oír el ronco quejido del fuelle
sembrando
recuerdos en mi corazón,
quiero
oír los sones del mismo violín
aunque
me entristezcan en cada inflexión.
Organito,
sigue, sigue,
que
quiero el tango escuchar,
deja
que rezongue el fuelle
y
déjame a mí llorar.
Déjame
ser el muchacho
que
amó hasta no poder más
y
que un día se enteró
que
el amor también se va.
Deja
que persiga tu voz, organito,
déjame
seguirte hasta anochecer,
deja
que me causen amargos recuerdos
los
sueños que tuve por la que se fue.
Deja
que prosiga oyendo tus tangos,
por
lo menos hasta que la soledad
diga
que las penas son toditas mías,
mías…
¡porque sé que también te vas!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario