martes, 7 de julio de 2015

EL ANGELITO














Apoyada la ñata contra el vidrio
su carita la iba de careta
donde rotos, igual que farolitos,
parecían sus ojos por la pena.

Pantalones gastados, viejos timbos
y una gorra tapándole las crenchas;
era un ángel sin alas y perdido…
Era un pibe, no más de seis miserias.

Le hice un gesto que vieron sus ojillos
y se entró al cafetín sin darse rienda;
se sentó a mi costado, muy tranquilo,
deteniendo sus ojos en la mesa.

Al mesero llamé y, cuando se vino,
le pedí que sirviera pan, manteca,
mucha leche caliente en un jarrito
y también que trajese servilletas.

Y después de zamparse lo servido
como agua que chupan las arenas,
¡le volvieron las alas al cuerpito
y sus ojos brillaron como estrellas!


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Ojalá que los pobres y los ricos
como hermanos alguna vez se vuelvan
porque el hambre no sabe de distingos
¡y andan ángeles pibes en la tierra!





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