la abacanada Margó,
la que fuera percalera
en un rioba que olvidó.
Empilcha a lo dernier cri
y viaja en un checonato
que maneja un pobre gil
con jetra de comisario.
Y pensar que ayer nomás,
hará menos de una década,
vivía en un arrabal
yugando de percalera.
Hasta el día en que un bacán
por el rioba se pasó
y entonces por un casual
con ella se tropezó.
La historia es bien conocida,
se publicó hasta en la prensa,
fue amor a primera vista
lo que el breón sintió al verla.
Y la percalera ahora
la va de high-life y seda,
hasta el nombre que blasona...
¡Ni siquiera es el de ella!
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