Mía, mía, la condena
de esperarla,
mía, mía, la tristeza
de soñarla,
y en mi copa de dolor,
como un río que desborda
bebo la nostalgia loca
de mi amor y de su adiós.
Me pidió que la esperase
sólo algunos años,
que tal vez el desengaño
la hiciera volver.
Pero el tiempo en su carrera
cada día va matando
mi anhelo desesperado
de volverla a ver.
Mía, mía, la condena
de esperarla,
mía, mía, la tristeza
de soñarla;
pero el dolor de la espera
es un licor que envenena
cada cacho de mi alma.
Me dijo que la esperara
y por eso yo la espero
como desde el primer día,
y en mi copa de dolor
bebo la horrible agonía
de mi amor.
Mía, mía, la condena
de esperarla,
mía, mía, la certeza
de saber
de saber
¡que no ha de volver!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario